¿Es posible crear un itinerario de oración personal? ¿Cómo lo hago? Escrito por: Cankin Ma |
Para explicar qué es la oración, el Catecismo (n. 2560) cita una imagen utilizada por San Agustín: «La oración, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él”.
Antes de definir un itinerario, es importante centrar la mirada en el punto de llegada. “La oración es la relación viva de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo” (Catecismo 2565). La oración, antes de ser un método, es una relación muy particular.
Para los cristianos, una referencia fundamental para aprender a orar es la respuesta que el mismo Cristo da cuando sus discípulos le piden muy sinceramente “enséñanos a orar”. Si nos detenemos en cada parte del Padre Nuestro, percibiremos la profundidad de la oración que Cristo nos ha regalado, y seguramente tendremos todo un itinerario por recorrer.
También tenemos un libro de la Biblia todo dedicado a la oración: el libro de los Salmos. Éstos expresan una gran diversidad de situaciones, alegrías, dificultades, sufrimientos y sentimientos, que se elevan en forma de alabanza, petición y acción de gracias y suscitan apertura a la acción de Dios. En la tradición cristiana se acogió la costumbre judía de santificar las horas con la oración de los Salmos, llegando a la estructura de lo que ahora llamamos Liturgia de las Horas. Es muy pedagógico el ritmo y la sucesión de las Horas de un día, de los días de una Semana, de las Semanas de un ciclo litúrgico; todo esto evidencia cómo el tiempo está lleno de la presencia de Cristo.
Oración, Sagrada Escritura y Sacramentos
Respecto a la Sagrada Escritura en su unidad, aunque esté presente en toda oración cristiana, hay dos importantes escuelas de oración. La Lectio Divina, que nos ha sido dada por la tradición de los monjes; así como la contemplación que apela a los sentidos espirituales para desarrollar una relación más íntima con la Palabra revelada.
Por otro lado, está el camino de los Sacramentos que, desde su preparación hasta su explicación mistagógica, implican un itinerario de maturación y desarrollo de la fe. Pensemos en las personas que, a partir de sus propios itinerarios catequéticos o de los de sus hijos, se acercan a la fe de un modo renovado. Además, hay dos Sacramentos que acompañan la vida de los cristianos con una presencia similar a la de la alimentación y el cuidado de la salud: la Eucaristía y la Reconciliación. Vemos cómo los Sacramentos abren y realizan todo un itinerario de oración.
Hasta aquí se han explicado brevemente itinerarios muy ricos de la tradición espiritual de la Iglesia. Hay varios otros sin mencionar, como los itinerarios de meditación, examen, interiorización, repetición, entre muchos otros (pensemos, por ejemplo, en el inmenso valor del Rosario en la tradición occidental). Esto es para tratar de mostrar que hay muchas formas en las que maduramos en la vida de oración. Lo que es común a todos ellos, y que es condición para que den realmente fruto, es que sitúan el cristiano en el contexto de una relación que, como dice San Agustín, une al hombre que necesita y tiene sed de Dios, con el Dios que tiene sed de que tengamos sed de Él.
Tomado del portal A12.com