¿Qué impulsa a un joven a ser sacerdote o religioso hoy? Escrito por: Martín Ugarteche |
Por: Martín Ugarteche.
La respuesta a la pregunta del título de nuestro artículo de hoy es simple y compleja al mismo tiempo.
Simple, porque podríamos responder con una sola palabra y quedar satisfechos: Dios. Es Dios quien llama, la iniciativa es siempre suya. Por lo tanto, toda vocación, y no solo la del sacerdote o del religioso, es un gran regalo y un gran misterio, enraizado en el infinito Amor de Dios por cada persona humana.
Al mismo tiempo, la respuesta es compleja, porque muchos otros factores son mediaciones que Dios usa para tocar el corazón de la persona que llama .
En el caso del joven, obviamente la familia es muy importante, así como la escuela y la universidad, como espacios que pueden favorecer la capacidad de escucha y acogida del llamado de Dios. Los círculos de amigos en los que participa el joven también pueden ser determinantes.
Puedo hablar desde mi propia experiencia: la primera vez que el llamado a una vida de plena disponibilidad apostólica apareció como una posibilidad en el horizonte, fue durante mi preparación para recibir el Sacramento de la Confirmación en 1993. Fue importante en ese momento, la lectura de la vida de dos santos: San Lucas y San Pablo. Durante la preparación para la Confirmación y finalmente en el día de la celebración del sacramento, sentí que el Señor me estaba llamando a ser también un apóstol como ellos, pero no sabía exactamente cómo responder a este llamado de manera concreta.
Algún tiempo después, en el primer año de la universidad, conocí a un joven que formaba parte del Movimiento de Vida Cristiana y del Sodalicio de Vida Cristiana, quien me contó su experiencia misionera en la sierra peruana durante las vacaciones. Cuando conocí personalmente más miembros del MVC y sodálites, me di cuenta de que se trataba de personas que querían tomar en serio su bautismo y confirmación a través de una vida consagrada al apostolado.
El apoyo de la familia también fue muy importante para mí. Especialmente mi abuelo, una persona de profunda fe, cierta vez me dijo que estaba convencido de que todo cristiano debería hacer un discernimiento serio de su vocación, preguntarse al menos una vez en la vida si el Señor lo llamaba al sacerdocio o la vida religiosa.
Otro aspecto fundamental es la participación de una comunidad cristiana, en la cual el joven pueda encontrar amistades auténticas en Cristo, de personas de diferentes estados de vida que pueden ayudarle a discernir su vocación, dándole los criterios correctos para el discernimiento, no solo de forma teórica, pero sobre todo desde su experiencia vivida de estos criterios.
Finalmente, creo que la participación en la liturgia de la Iglesia, especialmente la Santa Misa y el Sacramento de la Confesión, son ámbitos privilegiados para escuchar la voz de Dios que llama a cada uno a seguirlo en alguna vocación concreta, ya sea en el sacerdocio, en la vida religiosa o de plena disponibilidad, así como en el matrimonio. También es fundamental una vida de oración seria, que se nutra de la lectura atenta de las Sagradas Escrituras, en el mismo Espíritu que vivifica a la Iglesia en su conjunto y a cada uno de sus miembros.