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Ejercicios espirituales para alcanzar el amor

Sodálites de segundo año de formación junto al P. Christian Vinces y al P. Marcelo Guidi, SJ

Para profundizar en el don de la vida recibida en el Bautismo y renovarse en la vocación a ser apóstoles en el mundo, nuestros hermanos del segundo año de formación participaron de los Ejercicios Espirituales ‘Itinerario para alcanzar el amor’ dirigidos por el P. Marcelo Guidi, SJ, durante los días del 11 al 20 de julio en la casa de retiros Getsemaní en Checa, a las afueras de Quito, Ecuador.

El tema de este retiro fue inspirado en la segunda semana de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. En estos días tuvieron diferentes charlas y espacios de oración sobre la vida de Jesús, contemplando varios pasajes del Evangelio con el objetivo de conocer mejor a Cristo, sus expresiones, acciones, y su mirada misericordiosa.

Santa Misa en la casa de retiros Getsemaní en Checa (Quito, Ecuador)

También contaron con espacios para meditar sobre los pasajes del Evangelio en los que se narra el llamado de los apóstoles, la elección y el deseo de seguir a Cristo, para así tener más luces para el discernimiento. Fue una oportunidad para los hermanos en formación de unirse más al cuerpo de Cristo, rezar unos por otros y, de manera especial, por nuestra comunidad.

Cabe destacar que el primer y último de estos ejercicios nuestros hermanos pudieron visitar el santuario de la Virgen del Quinche, (Santuario mariano importante del norte del país) donde tuvieron la oportunidad de ofrecer sus intenciones y síntesis de los Ejercicios a Cristo por medio de Nuestra Madre.

Participantes de los Ejercicios Espirituales en el santuario de la Virgen del Quinche

Gabriel Eche nos cuenta que en estos días pudo vivir «la experiencia de tener un Padre que me ama, y el transitar en ese amor me hizo recordar algo que muchas veces se me olvida por la distracción del mundo: que la plenitud de la vida está a su lado. La mayor de las gracias ha sido contemplar que Dios, desde su amor, tiene un lugar con mi nombre en su Banquete y que me espera allí».

«Los ejercicios espirituales me dieron el acompañamiento mediante el P. Marcelo Gidi, SJ y las instrucciones claras de San Ignacio para combatir espiritualmente y tener el espacio más amplio que he experimentado de libertad a fin que pueda dejarme llevar confiando en el incondicional y gratuito amor del Padre», nos cuenta Alejandro Ponce quien destaca que también pudo aprender «a pedir constantemente la gracia de ser purificado de todo apego; así como, que confiar es saberse amado».

El segundo año de formación se caracteriza por la continua meditación sobre el don de ser apóstoles en Cristo y el discernimiento espiritual y vocacional en vistas a la adscripción a la comunidad, es decir los compromisos temporales. Es un año marcado por la custodia de la vida interior profundizando en los dones recibidos en el periodo de probando y también de la preparación para el apostolado.